Los precios de los comestibles son altos. Las deportaciones masivas de Trump podrían empeorar las cosas

 Los precios de los comestibles son altos. Las deportaciones masivas de Trump podrían empeorar las cosas

Nueva York (CNN) — Los estadounidenses están hartos de los altos precios en los supermercados y esperan que el presidente electo Donald Trump traiga alivio. Sin embargo, una de las promesas centrales de la campaña de Trump podría exacerbar el impacto de los precios en la caja.

En campaña, Trump prometió “bajar los precios” en los supermercados y en toda la economía. La profunda frustración con el costo de vida ayudó a que Trump obtuviera una victoria contundente este otoño.

Pronto, la capacidad de Trump para solucionar la crisis de asequibilidad de Estados Unidos chocará frontalmente con otra promesa de campaña, quizá más destacada: las deportaciones masivas.

Trump ha prometido no solo acelerar la deportación de inmigrantes indocumentados, sino emprender el mayor programa de deportación interna de la historia de Estados Unidos. Ha hablado de expulsar a millones de personas.

Más allá de las cuestiones morales, legales y logísticas que plantea esta promesa de campaña, las deportaciones masivas amenazan con privar a industrias clave de trabajadores muy necesarios. Y quizá ninguna industria dependa más de los trabajadores indocumentados que las industrias alimentaria y agrícola.

Por eso, ejecutivos de la agricultura, funcionarios de la industria agrícola y economistas le dijeron a CNN que si Trump mantiene sus promesas de deportación, los comestibles serán más caros, tal vez mucho más caros.

“Si se lleva a esos trabajadores, no va a haber producción. Los precios solo van a ir en una dirección. Van a subir drásticamente”, dijo Chuck Conner, presidente y CEO del Consejo Nacional de Cooperativas Agrícolas y exsubsecretario del Departamento de Agricultura de EE.UU (USDA, por sus siglas en inglés).

La lógica es simple: menos trabajadores significa menos alimentos y precios más altos.

Sería devastador

Considere que en 2018-2020, solo el 36% de los trabajadores agrícolas eran ciudadanos estadounidenses y el 23% eran inmigrantes autorizados. El resto, el 41%, no tenía autorización de trabajo, según el USDA.

“Cuando las vacas no se ordeñan, cuando las manzanas no se recogen, cuando las frutas y verduras no se cosechan, su suministro va a caer”, dijo Conner.

El Gobierno federal ha calculado que unos 11 millones de inmigrantes no autorizados vivían en Estados Unidos a principios de 2022.

Casi 300.000 inmigrantes indocumentados trabajan en la industria agrícola y ganadera a partir de 2021, incluidos casi 200.000 en la producción de cultivos y 66.000 en la producción animal, según un análisis de 2021 del Center for American Progress.

“Sería devastador para la economía agrícola”, dijo Fred Leitz, propietario de una granja familiar en Michigan que cultiva arándanos, manzanas, tomates y pepinos. “No habría nadie para recoger las cosechas. Y no vas a plantar nada que no puedas cosechar y vender. Es solo economía básica”.

(Leitz dijo que su granja depende de los visados para contratar trabajadores extranjeros temporales, pero que no emplea a inmigrantes no autorizados).

Escasez de trabajadores y subidas de precios

Otros 206.000 inmigrantes indocumentados trabajan en la producción de alimentos, haciendo de todo, desde el sacrificio de animales y el procesado de marisco hasta la conservación de frutas y verduras, según ese informe. En total, se calcula que 1,7 millones de indocumentados trabajan en toda la cadena de suministro alimentario.

“No hay duda de que la deportación masiva de inmigrantes perturbará la agricultura y las industrias de procesamiento de alimentos, lo que provocará una grave escasez de mano de obra, mayores costos y, por tanto, precios más altos para una amplia variedad de comestibles”, dijo a CNN Mark Zandi, economista jefe de Moody’s Analytics. “La única pregunta es hasta dónde llegarán los precios”.

Zandi señaló que los precios de los alimentos también podrían verse impulsados al alza por otro elemento de la agenda de Trump: aranceles masivos.

Estados Unidos importa una cantidad significativa de alimentos del exterior, desde frutas tropicales y mariscos hasta nueces y café, y esos artículos podrían estar sujetos a los aranceles generalizados del 20% sobre las importaciones propuestos por Trump.

Por supuesto, el impacto en los precios dependerá de lo altos que sean los aranceles y de cuántos trabajadores sean deportados.

Es posible que Trump reduzca sus promesas de campaña para evitar reavivar la inflación. También es posible que los esfuerzos de Trump por deportar a millones de trabajadores se vean frenados en los tribunales o entorpecidos por cuestiones logísticas.

Los artículos alimenticios que generalmente requieren trabajo manual en algún punto del camino a la tienda de comestibles serían los más expuestos a las subidas de precios especialmente cualquier cosa que a menudo se recoja a mano: frutas como manzanas y fresas, y verduras incluyendo tomates y lechuga.

Del mismo modo, los alimentos que implican la interacción con un animal verían aumentar sus costos para los consumidores: los productos cárnicos y los lácteos.

En Idaho, cerca del 90% de los puestos de trabajo en las granjas de la industria láctea están ocupados por trabajadores extranjeros, según Rick Naerebout, CEO de la Asociación de Lecheros de Idaho. Indicó que es difícil decir cuántos de esos trabajadores son indocumentados, pero señaló que Estados Unidos no tiene un programa de visados permanentes para los trabajadores agrícolas.

“Dependemos excepcionalmente de la mano de obra nacida en el extranjero, y esa ha sido la realidad de nuestra industria durante décadas”, dijo Naerebout. “El impacto para usted en el supermercado sería un aumento significativo [del precio] de la leche, el queso, el yogur”.

¿Caería la demanda de alimentos?

El equipo de transición de Trump no respondió a una solicitud de comentarios sobre cómo impactarían las deportaciones masivas en los precios de los alimentos.

Trump ha argumentado con frecuencia que las advertencias de inflación sobre su agenda económica son exageradas, señalando que la inflación estuvo bajo control durante su primer mandato. Y tiene razón: la tasa de inflación nunca superó el 3% bajo Trump, en comparación con el máximo de cuatro décadas del 9,1% en junio de 2022 durante la administración de Biden.

Scott Bessent, un ejecutivo de fondos de cobertura y principal partidario de Trump en Wall Street también ha rechazado las preocupaciones sobre la inflación.

“La idea de que él recrearía una crisis de asequibilidad es absurda”, dijo recientemente Bessent a Axios. Trump “se considera el alcalde de 330 millones de estadounidenses, y quiere que les vaya genial, y que tengan unos cuatro años estupendos”.

precio alimentos

Un trabajador repone productos en una tienda de comestibles en San Francisco. Crédito: David Paul Morris/Bloomberg/Getty Images

Los partidarios de las deportaciones masivas han argumentado en ocasiones que expulsar a millones de personas podría ayudar a la crisis de asequibilidad al frenar la demanda.

Sin embargo, Zeke Hernández, profesor de Economía de la Wharton School de la Universidad de Pensilvania, rechaza ese argumento debido a lo dependiente que es la economía estadounidense de la oferta de trabajadores inmigrantes.

“Se basa en un malentendido fundamental de cómo funcionan la oferta y la demanda, y de lo que hacen los inmigrantes en esta economía”, dijo Hernández, autor de “The Truth About Immigration”. 

Cualquier disminución de la demanda de alimentos derivada de las deportaciones quedaría eclipsada por la pérdida de trabajadores, señaló Chloe East, profesora de Economía de la Universidad de Colorado en Denver.

“El efecto abrumador de un esfuerzo de deportación masiva sería un aumento del precio de los alimentos porque simplemente hay menos trabajadores disponibles”, dijo East, que también es becaria no residente en el Proyecto Hamilton de la Institución Brookings.

“No tenemos suficientes trabajadores”

Por supuesto, algunos se preguntan por qué no simplemente contratan más ciudadanos estadounidenses para hacer el trabajo de los deportados.

Pero quienes trabajan en el sector de la agricultura saben que esto no es tan simple.

“No hay trabajadores nacionales que quieran esos trabajos”, dijo Letiz, el agricultor de Michigan. “Es estacional. Es al aire libre. Hace calor. Hace frío”.

Naerebout, el ejecutivo de la granja lechera de Idaho, concordó con que son trabajos que los locales “no están buscando y realmente no tienen el deseo de ocupar”.

“Es un trabajo exigente. De naturaleza física. A veces es sucio”, dijo. “Y cuando estás sentado con tasas de desempleo tan bajas como las que tenemos, tu mano de obra nacional en cierto modo puede elegir los trabajos que quiere tomar”.

Robert Lynch, profesor de Economía del Washington College de Maryland, ha estudiado periodos anteriores de deportaciones masivas y descubrió que ni los empleos ni los salarios aumentaron para los trabajadores nacidos en Estados Unidos tras las deportaciones masivas.

De hecho, Lynch descubrió que los trabajadores nacidos en el país a menudo perdían puestos de trabajo tras las deportaciones, ya que la economía se resentía de la pérdida de trabajadores complementarios que reforzaban la productividad.

En todo caso, los agricultores dicen que necesitan más trabajadores inmigrantes, no menos.

El sistema de inmigración actual no permite conceder permisos de residencia permanente, conocidos como “tarjetas verdes”, a los trabajadores agrícolas. Aunque existen visados agrícolas temporales -conocidos como H-2A-, no hay forma legal de tener trabajadores extranjeros todo el año.

Naerebout quiere que la administración entrante de Trump otorgue a la mano de obra existente en la industria un estatus legal y acceso a los programas de visados para conseguir más trabajadores inmigrantes.

“Esa es la parte que mucha gente no entiende: no tenemos suficientes trabajadores para cubrir todos los puestos de trabajo”, dijo Naerebout. “Necesitamos trabajadores nacidos en el extranjero”.

Con información de CNN

Ruben Zatarain

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